jueves, 25 de noviembre de 2010

Es Caprichoso El Azar II

Turbulencia


Perdemos presión en la cabina. Es tiempo de abrocharse los cinturones de seguridad. Las máscaras de oxigeno saltan como suicidas al vacío. Y en estos momentos lo mejor que resta es desear que la caída sea rápida y la muerte indolora.


Pero no hay muertes indoloras. Creo yo. No he hablado con algún fantasma que me lo confirme o niegue. Y tampoco hay despedidas sin dolor.


Es ella otra vez. La tengo en poco, la tengo en nada. No sé si los momentos junto a ella son un sueño, y en la realidad es una desconocida más que deambula por la oficina, que nos cruzamos sin que uno repare en el otro. Si esto es así me volveré adicto a los sueños.


Siento que la pierdo, es mi culpa, yo sé, no he aprendido a leer el aburriómetro. La pierdo o es ella quien quiere perderse. Tampoco lo sé. O sí lo sé pero me niego a creerlo. El aburriómetro si funciona, pero necesito más tiempo con ella y así el golpe no será tan duro. No hay interludios, momentos en los que todo sea risas, abrazos y besos tirados a la garduña sin motivo. Otra vez el mundo se desvanece a lo oscuro.


En vano estoy tratando de saltar la barda invisible que ella me ha puesto, esa barda que a su antojo la sube o la baja, como quien juega con el hambre de su mascota. Tengo más cartas que jugar para tenerla a mi lado, aunque sé que el azar me la dio y el azar me la podrá arrebatar con facilidad. Inicio el juego de seducción guardado desde hacía años dentro de mí. Descubro que tengo algo de humano todavía que late como una entraña.


No hay certeza de qué sucederá en las siguientes páginas. Ahora salgo a luchar por primera vez desde hacía mucho por algo que vale la pena, algo que deseo, un reto para destruir la barda que la resguarda. Es cierto, hay incertidumbre, el avión está cayendo, pero aún en los últimos momentos podemos aspirar a convertirlos en primeros. Plena incertidumbre, todo es caos, y ahora me niego a pedir una muerte indolora, mientras todos a mi alrededor gritan y entran en pánico, yo sobrevivo y encuentro en esta angustia, una oportunidad más para luchar y volverme humano.


Hay lugares que en secreto nos esperan, no importa la velocidad en que caemos. Nos aguardan poblados con el mismo misterio que la invade a ella. La incertidumbre pronto le llegará a mi pasajera, ella que no sabe de mis manos disfrazadas de piel que están rompiendo las paredes de su pecho. Ahora estoy sonriendo mientras todo cae, y soy demiurgo que altera las leyes de la gravedad y lentamente la acerco a mí.


Ahora caigo en cuenta, no estoy en la cabina agitada por las turbulencias, es ella quien está adentro pero está dormida sin poder sentir lo que en realidad está pasando, ignorando la incertidumbre. Yo estoy abajo, esperando tomarla en mis manos, antes que el avión caiga.