domingo, 1 de mayo de 2011

El Siglo XXI y los Enemigos de la Intelectualidad

La historia nos ha dejado muestra fehaciente de la riqueza intelectual heredada a los seres humanos a partir del arte y la cultura. No hay duda que El Renacimiento fue uno de los más preciados legados; pintura, poesía, ciencia y otros coincidieron en una geografía y tiempo determinados dando como resultado uno de los más influyentes movimientos intelectuales de la historia. A medida la civilización avanzó, vinieron otros fenómenos como el Siglo de Oro, El Arte por el Arte, El Romanticismo; el siglo XX trajo El Surrealismo, que combino la plástica con la literatura y por supuesto, el llamado Boom Latinoamericano que fue el empuje para que los latinoamericanos volviéramos los ojos a los escritores de nuestro istmo. Hay mucha tela que cortar en la amplia gama de saberes que nos pueden cultivar el espíritu, y este siglo XXI se perfila para crear una barrera entre el humano y el saber.


Alienación y consumismo son los enemigos que se están fortaleciendo. Nos enfrentamos a un entorno dominado por las innovaciones tecnológicas, las redes sociales y la moda impuesta en el vestir, en el hablar incluso; si no posees facebook o twitter, entonces no estás “conectado”, no estás “actualizado”; el coste por estar “actualizado” no es pequeño, necesitas, claro, un computadora de preferencia laptop, un teléfono móvil súper moderno que además de cumplir con el fin principal que es hablar y recibir llamadas posea cámara fotográfica y de video, reproductor de música en diversos formatos, y claro, internet para acceder a revisar tu correo electrónico, actualizaciones en tu facebook o quién te ha escrito en twitter. Si no tienes ninguno de estos aparatos, no estás “conectado”, te encuentras en la edad de piedra, y no puedes formar parte del universo de personas vueltas “zombies sociales” que no despegan su mirada de la pantalla de su dispositivo Blackberry ni por media hora, que poseen la necesidad constante de escribir su estados de ánimo, de cargar fotos y estar chateando con otros “zombies sociales” que tampoco pueden alejarse de la fuerza magnética que les ejercen las redes sociales y el internet. El problema, es que la gente cada vez lee menos, cada vez se aleja más y más de la necesidad del saber, la nutrición del espíritu por medio del conocimiento. El arte, la literatura, la filosofía, están relegadas por un mundo cibernético y superfluo, un mundo que incluso está intentando no sólo castellanizar algunos palabras anglosajonas dentro del lenguaje común (facebuquear, twiteamos, etc) Y peor aún, algunos piensan que debería considerarse como un nuevo lenguaje con sus propios signos lingüísticos distintivos; si esto es aceptado de manera formal,  : ) :´(  tendremos que adecuarnos a las caritas y distintivos que representan menos que una cultura de consumismo, alienación, y aversión al deseo de conocimiento.


Por supuesto que estos “zombies sociales” que pasan con las manos ocupadas actualizándose en redes sociales y chateando, tienen un precio intelectual muy grande. Obviamente, quedarse inmersos en un mundo impalpable, donde los temas de conversación no serán más provocativos que comentar sobre la foto que “subiste” de tu carro nuevo, o el álbum de fotos en el que te etiquetaron, o filtreando a través del chat o los mensajes o los twitter. No esperamos encontrar discusiones que de verdad puedan excitar un átomo del intelecto humano. Todo apunta que nos dirigimos a otro período de oscurantismo, pero ahora no lo causará La Inquisición, ahora será la alienación y el mundo social virtual. La comparación entre un dispositivo Blackberry y un libro es injusta, el siglo XXI ha dotado de una verdadera “necesidad” de estar conectado a la red social y el libro es considerado viejo y obsoleto. Irónicamente, internet es una buena herramienta para encontrar conocimiento, puedes encontrar ahora, por ejemplo, documentales, entrevistas y programas hechos a escritores o filósofos consagrados que antes difícilmente podríamos acceder. También tenemos la oportunidad de conocer los movimientos poéticos que se gestan en otros países y estar de cerca con el acontecer literario de latitudes lejanas. Sin embargo prevalece la anticultura de las redes sociales, que al mismo tiempo te bombardean con publicidad, te dice cuales son los lugares de moda para que vayas a parrandear (y que te tomes fotos y las subas al facebook después, claro), los lugares donde debes comprar la ropa, cómo debes vestirte, qué cosas deben gustarte, para que puedas estar “in” en la escala de aceptación de la cibernética social. Y lo peor, es que cada día, con la facilidad de obtención de estos aparatos, de servicios de internet, más y más personas están volviéndose “zombies sociales” cultivados con el caldo de lo superfluo, la ignorancia, la negación del saber verdadero.


En este tiempo, me aventuro a decir, y por ende a contradecir a los que afirman  que los Estados Unidos de América nos están imponiendo su cultura imperialista y consumista. De hecho Julio Cortázar en una entrevista comentó que EUA nos quiere, constantemente, moldearnos a su “American Way of Life”. Es cierto, de alguna manera nos vemos constantemente influenciados por ellos, pero no como en años anteriores. En el presente, somos nosotros mismos los que nos vertemos a un estilo de vida que no es el nuestro, somos nosotros mismos, lo que se considera “nueva generación”, los que voluntariamente damos la espalda a nuestra historia, a lo que podría ser nuestra propia “Manera Salvadoreña de la Vida”. Sin embargo, no lo hacemos, probablemente porque nuestra manera salvadoreña se significa sólo en pupusas, en maras, en delincuencia y violencia irreparable; y el ciudadano, el joven promedio, no hace más que dar la espalda a lo poco de salvable que exista y se vuelve al universo de la alienación, participando del coctel nefasto que lo llevará a convertirse en un ser que cada vez piense menos, que cada vez cuestione menos los hechos de la vida, y que lo único que lo llene en espíritu sea ver cuántos “amigos” le han escrito al facebook, con cuantos se ha tomado fotografías y a cuantos tienen en su lista de amigos. Para los que siguen con la idea de que EUA nos presiona o impone su manera de ser y vivir, les diré: es cierto, pero a medias, puesto que en la relación de consumismo se necesitan dos imbéciles: Un imbécil que venda, ofrezca, y otro imbécil que compre, que lo crea.


No solo EUA influye, también en materias deportivas estamos alienados. Miremos un poco la subcultura del futbol, quien entre los salvadoreños sólo saben hablar del Real Madrid y el Barcelona. Hordas de inconscientes se acercan a celebrar, a llorar, a replicar las jugadas, a maldecir, a bendecir a los jugadores, hasta el grado que cuando los equipos juegan entre sí, las calles lucen verdaderamente paralizadas, y todos se uniforman con las camisas de uno o del otro equipo, dispuestos a apoyarlos al máximo. No creo que todos seamos plenamente descendientes de los españoles, ni que la mayoría de los salvadoreños  hayamos vivido alguna parte de nuestra vida en España como para que amemos y defendamos estos equipos. Parece que también nos “alienan” de otros lados que no son EUA, y de igual forma, nos conducen a consumir comprando camisas de los equipos, pegatinas, banderas, incluso hay gente que compra televisores nuevos con tal de ver su juego de final entre los equipos que nada tienen que ver con los salvadoreños. Como cosa no rara, también la gente publica en facebook, twitter, todo lo que acontece con sus equipos favoritos. Esto es más preocupante, pues aparte de ser una cultura anti-libros, somos también anti-salvadoreños. ¿Dónde queda nuestra identidad, nuestra cuota cultural en un entorno social que nos aliena y nos hace consumistas?
El mal, la plaga, avanza con paso lúgubre, ensombrece el intelecto de las generaciones que en teoría deberán guiarnos en el futuro. Sobre todo, es triste. Conocí a un abogado, graduado de una buena universidad y con un empleo lucrativo, que cuando le pregunté si sabía quién era Sócrates, me dijo que medio se acordaba, que era filósofo, y… y… que había escrito un libro de mandamientos morales… Casi me da un infarto, comenzando por qué Sócrates nunca escribió nada, todo su conocimiento fue guardado por Platón. Luego, un buen amigo de tendencia izquierda, le pregunté sobre Marx, y me dijo que a ese poeta no lo había leído. Otra vez le pregunté a un estudiante universitario sobre su camisa que ostentaba un logo del Che Guevara y le pregunté si sabía su historia completa, a lo que él repuso dubitativo que sólo sabía que cantaba música de protesta! No sé ustedes, pero estos ejemplos dan tristeza, a mí me han dado tristeza y una enorme preocupación por nuestro futuro, que estos jóvenes nos lleguen a liderar más adelante, que este desdén hacia los libros se ensanche más y más. El Estado debe preocuparse por difundir valores culturales, que nos otorgue un entorno seguro, sin delincuencia para que el joven salvadoreño promedio no se refugie en la alienación que conllevan las redes sociales.



Que no nos de pena ser salvadoreños, que no nos de pena leer un buen libro, pues en estos días, hay quienes se sienten bien pero bien intelectuales por leer un libro de Paulo Coelho o una saga de Harry Potter, o bien sesudos por escuchar a Ricardo Arjona, es igual de triste y penoso, porque también es de crucial importancia saber qué se lee.

Espero que los amigos escritores que se encuentren en las redes sociales, hagan su cuota de propagar  los valores intelectuales, y lo hacen de manera enorme y estoica, así que no puedo dejar de encomiarlo y admirarles, y sobre todo, respetarlos. El problema es que al parecer somos pocos los que luchamos por cultivar el saber, y el hecho de que existan tantos “zombies sociales” es debido a que incluso los maestros o los planes de enseñanza están teniendo defectos sustanciales. Necesitamos más de los intelectuales, más de los orientados, más del Estado, porque creo que es amenazante el destino que nos espera si los empresarios, abogados, gerentes bancarios, diputados, presidentes, ministros etc., sean personas que hoy pasan con la mirada pegada al dispositivo Blackberry, que se preocupan por los resultados de equipos de futbol del otro lado del continente, que tienen la constante necesidad de sentirse aceptados o admirados en las redes sociales. Es peligroso, está en juego nuestra identidad, nuestra cultura, y nuestro derecho de ser personas racionales, intelectuales que defiendan ideales determinados, que estén dotados de la suficiente masa gris para representar una generación de escritores, pensadores, o en cualquier rama del arte que nos haga identificarnos como una cultura salvadoreña en busca constante de la expansión de los límites intelectuales.

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